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MÁS QUE PALABRAS

“MÁS VOCES, MÁS CALIDAD”

“MÁS VOCES, MÁS CALIDAD” Lídia Muñoz Mellinas
Editorial de Periodismo Especializado II

La política audiovisual es un hervidero del que más de uno puede salir escaldado. El pasado 4 de febrero el Consejo de Ministros aprobó el Proyecto de Ley de Medidas Urgentes para el impulso de la Televisión Digital Terrestre, de la Liberalización de la Televisión por Cable y de Fomento del Pluralismo,, que pretende ser el primer paso para superar la actual indefinicióndel sector audiovisual. Así, tras una fase de estancamiento, “la TDT ya está aquí”, o eso es lo que dicen sus campañas de promoción. Sin embargo, en comunicados oficiales las operadoras privadas acusan al Gobierno de retrasar la implantación de la televisión del futuro y de hacerlo mediante la aplicación de criterios partidistas y de amiguismo político. Sin duda la medida que ha abierto la caja de Pandora del panorama audiovisual español es la que pretende la eliminación del límite máximo de operadores nacionales y privados de televisión y abre la posibilidad de ofrecer nuevas licencias analógicas. Su posible otorgamiento a Canal+ está desencadenando ríos de tinta, voz y papel en todos los medios de comunicación nacionales.

Ante esta convulsión de intereses se está gestando lo que algunos acertadamente designan como “La segunda guerra mediática”. Y es que, en esta guerra aunque se empeñen en negarlo “juegan todos”. La declaración conjunta que ha realizado la mayoría de los medios de comunicación privados (Antena3, Telecinco, Vocento, El Mundo, La Razón, Punto Radio, Onda Cero, y la Cadena COPE) rechaza el Proyecto de Ley al considerarlo como un traje a medida hilvanado por el Gobierno para vestir a su socio de confianza: El grupo Prisa. Es cierto que, de atorgarse nuevas licencias analógicas en abierto quizá se favorecería directamente a Canal+ analógico, un canal que arrastra cerca de 400.000 abonados que no quieren darse de baja para pasarse a Digital+, una plataforma muy deficitaria y necesitada de abonados. Pero no es menos cierto, que las mismas TV’s privadas, que ahora tienen tanta prisa en que se implante el modelo digital terrestre, no ponían hace unos meses ningún interés en su desarrollo. Y ha sido el temor de que una nueva licencia analógica y en abierto pueda ir a parar a las manos de Sogecable lo que súbitamente les ha despertado de su letargo. Y es que, repartir el pastel publicitario entre un mayor número de comensales siempre hace despertar la gula a quienes se creían afianzado el dulce.

Si Sogecable consigue que el Gobierno le deje emitir en abierto podrá competir en el mercado publicitario en igualdad de condiciones que sus rivales. Unos operadores privados cuyos beneficios son muy superiores a los beneficios medios obtenidos por sus homólogos europeos. Sin embargo, es comprensible que la amenaza de tormenta haga poner en situación de alerta a quiénes acostumbran a remover las cerezas del sector publicitario. Más cuestionable es pero, aceptar y mantener la situación de exclusividad publicitaria que tienen Antena 3 y Tele 5, al ser las únicas operadoras a las que en la actualidad se les permite emitir 24 horas en abierto. Si se quiere fomentar el pluralismo y se aboga por una sociedad más democrática y por ende informada, debemos empezar a construirla hoy mismo, y no esperar a que progresen los tramites de implantación de la TDT. En caso contrario, estaremos perdiendo el tiempo. Abrir nuevas frecuencias analógicas no retrasa la implantación de la tecnología digital, poner obstáculos a un proyecto de Ley que adelanta su desarrollo intentando ganar tiempo, sí lo hace.

Es hora de permitir que nuevos actores entren en escena, los espectadores ya estamos aburridos de presenciar como las mismas caras representan año tras años las mismas obras. Sin competencia no se sienten obligados a innovar y mejorar. NET TV y VEO TV -que llevan más de dos años emitiendo en España de forma invisible porque no existe un parque de televisores equipados para recibir la señal digital- pueden encontrar ahora el momento oportuno para arrojar a la parrilla sus nuevos contenidos. ¿Por qué debemos esperar al cambio de tecnología si la nueva Ley les está abriendo las puertas de nuestras casas? Caminar hacia atrás es no darse cuenta de ello. Como cangrejos caminan todas las empresas privadas, incluso Veo TV
Veo TV -la televisión digital de El Mundo y Recoletos- quien reclama un papel en esta función y en cambio pretende negárselo a Canal+. ¿Y no son los mismos criterios de interés público y pluralismo los que amparan ambas concesiones? Sí, pero si puede mezclarse el entramado político descalificando al adversario quizá logremos más rápido obtener nuestra licencia, al menos así no haremos ruido.

La mayoría de operadores consideran que aparición de un nuevo canal analógico es un retroceso del salto a la emisión digital y que contradice directamente al hecho de que el Gobierno esté impulsando la TDT. Pero no olvidemos, que estos operadores privados no son sujetos imparciales sino empresas que mediante una actitud negativa intentan proteger sus cuentas de resultados. Así pues ¿qué postura debe tomar el Gobierno? Pues, la que le corresponde y ninguna otra. Velar por un modelo de televisión favorable al conjunto de la ciudadanía y alejarse al máximo de los entresijos políticos-económicos que tejen las empresas del sector. Sucede que los políticos que no miran por las personas ni por las políticas sociales y que anteponen siempre los intereses del partido a los comunes, aplican unas políticas que no acaban seduciendo a los ciudadanos. Y la TDT es algo que debe convencernos a todos y no sólo a las empresas que participan en su confección. Recordemos que la TDT se impondrá al conjunto de los ciudadanos dentro de unos años –para ser concretos en el 2010- y por ello el Gobierno tiene la obligación de hacerse con un sistema audiovisual basado en el pluralismo de la información y en la libre competencia del mercado. Todos debemos aceptar esas reglas del juego. La concentración de la Televisión en manos de unas pocas cadenas privadas supondrá un fallo del sistema democrático. La política tiene un sitio y la economía otro, sería conveniente no confundirlos. Ante estas premisas, el Gobierno deberá facilitar un panorama de medios lo más abierto, competitivo, independiente, plural y de calidad posible. A la práctica ello significa una parrilla televisiva capaz de dar cabida a todo el abanico de operadores que puedan ofrecernos un mayor número de programas y unos contenidos de mayor calidad. Al fin y al cabo, es lo que quiere el consumidor. ¿O es que alguien se ha detenido a escucharlo? Pues, la respuesta es unívoca: “más voces, más calidad”. Señores y Señoras, la sociedad dicta sentencia, si se limpian los oídos podrán oírla, y con ese simple gesto estaremos contribuyendo a un sistema televisivo más democrático y plural.

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